Cuando estás a punto de empezar tu aventura como trabajador por cuenta propia, los conceptos de autónomo y freelance suelen entremezclarse. ¿Sabes cuáles son las diferencias entre ambos? ¿Piensas que son la misma cosa con distinto nombre? Sigue leyendo, porque te vamos a explicar qué disparidades existen entre ambos conceptos.
¿Qué es un autónomo?
Un autónomo es una persona que realiza un trabajo por cuenta propia para obtener una remuneración. Es decir, no existe un contrato que lo vincule con una empresa, ya que realiza la actividad laboral de forma personal y directa.
Aunque un autónomo reciba una compensación económica, nunca va a tratarse de un salario fijo cada mes. Como autónomo, podrás acordar un precio independiente para cada uno de los trabajos que vayas a realizar, aunque sea para la misma persona o empresa. Si necesitas ayuda con tus gestiones, nada mejor que una app para autónomo para conseguirla.
¿Qué es un freelance?
Por su parte, un freelance es una persona que realiza colaboraciones esporádicas y puntuales con otros autónomos, empresas o particulares. En este tipo de trabajos no existe una continuidad en el tiempo: son totalmente intermitentes.
Dentro de tu actividad como freelance, sí que habrá momentos en los que existirá un contrato laboral con una duración determinada. Normalmente, será la del tiempo que tardes en finalizar esa actividad laboral en concreto. Una vez terminada, se extinguirá la relación laboral, sin que eso impida la oportunidad de realizar nuevas colaboraciones en el futuro.
¿Cuáles son las diferencias entre freelance y autónomo?
Quizá, la principal diferencia radica en la forma en la que cada profesional realiza sus trabajos. Mientras que un autónomo ofrece sus servicios por una cantidad de tiempo indeterminada y de manera continua, el freelance lo hace de forma esporádica. De esta forma, el freelance se desempeñaría de forma muy parecida a la de un colaborador. Haría su trabajo por un precio pactado, y, una vez terminado, esperaría una nueva oportunidad de colaboración.
Otra de las diferencias la encontramos a un nivel de Seguridad Social. Si eres freelance y tus ingresos no superan el SMI (salario mínimo interprofesional), no tendrías la obligación de pagar la cuota de autónomo. Tampoco de estar dado de alta en el RETA. Sin embargo, como autónomo sí que estarías obligado a cumplir con este tipo de responsabilidades.
Por último, cabe destacar la desigualdad que también existe a nivel jurídico. En este caso, el autónomo sí que sería una figura jurídica, ya que funciona como un tipo concreto de empresa. Por su parte, el freelance no lo hace, por lo que carecería de esta forma jurídica.
¿Cuáles son las obligaciones de un freelance a nivel tributario?
Aunque hemos visto que un freelance no tiene la obligación de pagar la cuota de autónomo, sí que está obligado a emitir facturas de sus diferentes actividades como profesional. Por lo tanto, tiene que satisfacer los impuestos que se deriven de su actividad laboral. Asimismo, tendrá que estar dado de alta en Hacienda en el epígrafe que corresponda a su actividad profesional.
Por último, merece la pena indicar que un freelance, si lo considera oportuno, puede darse de alta como autónomo y pagar las correspondientes cuotas mensuales. Aunque no esté obligado a hacerlo, es una posibilidad que puede brindarle algunas ventajas.
Como puedes comprobar, la línea que separa a freelances de autónomos es muy fina, y hay ocasiones en que es complicado distinguir una categoría laboral de otra. Existen corrientes que expresan el deseo de unir ambas formas en un solo término. Conociendo sus diferencias, podrás elegir la forma que más te conviene adoptar. ¡Y podrás cumplir con todas las obligaciones que te corresponden!